La (des)información en tiempos de procesos electorales

Todos los días tomamos decisiones que impactan nuestra vida privada o incluso el contexto público. Cada cierto tiempo resolver participar y, más importante aún, elegir por quién votar son dos de las decisiones con mayores implicaciones de las que gozamos como ciudadanos en ejercicio de nuestros derechos políticos.

Que los electores concurran a las urnas a manifestar un sufragio informado, consciente y responsable es otro de los grandes desafíos de la sociedad del conocimiento. Hablamos de un desafío que está, en principio, garantizado dentro de los límites legítimos de las libertades de expresión e información, pero que al mismo tiempo se encuentra amenazado por fenómenos que han permeado las relaciones de poder que caracterizan la comunicación política dentro de nuestro cambiante y complejo espacio público.

La desinformación es una amenaza para la democracia que puede reprimir el compromiso político, suscitar o avivar la desconfianza hacia las instituciones y los procesos democráticos y menoscabar la efectividad de la participación informada en los asuntos políticos y públicos. Así lo contempla una Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas, del 30 de marzo de 2022, sobre el papel que tienen los Estados en la lucha contra los efectos negativos de la desinformación en el disfrute y la efectividad de los derechos humanos.

Se requiere, por tanto, que los poderes, la clase política y los enemigos de la democracia se abstengan de hacer o patrocinar campañas de desinformación con fines partidistas, o que, si insisten, se disponga de mecanismos efectivos que los detengan. Este es punto de partida para que la gente pueda formar retratos más completos y honestos de su realidad social y electoral. ¿Cómo opera la desinformación electoral?, ¿cuáles actores intervienen?, ¿bajo cuáles sesgos estamos consumiendo noticias? Acompaña a Sofía, protagonista de estas cinco lecciones sobre comunicación, elecciones y democracia: