1. No me mientas

Llamémoslo según su nombre

Al WhatsApp del celular de Sofía llegó una cadena. Refería que Tony Blair había reprendido a los venezolanos en una entrevista, por ser un pueblo de poca lucha y de brazos caídos. Después de consumir los 11 párrafos, Sofía dudó que el ex primer ministro británico hablara en esos términos. Recordó que ahora se habla mucho de fake news y de desinformación, aunque sin saber con exactitud qué puede ser cada cosa.

Ilustración del OEV

Seguramente, como Sofía, has escuchado o has empleado el término “noticias falsas” a la hora de designar informaciones falsas que son presentadas como reales, o cuando las informaciones que circulan por los medios son engañosas con intención deliberada de su autor. Sin embargo, cada vez se está evitando más el uso de esta etiqueta.

¿Por qué se está evitando? El concepto de noticia alude de manera inequívoca a información veraz, de interés público, a relatos fidedignos basados en hechos ciertos con relevancia social. La credibilidad, la independencia, la precisión, la ética, la transparencia y el pluralismo son valores fundamentales que sostienen la confianza entre los medios y las audiencias.

En consecuencia, una información que no cumpla con todos esos estándares sencillamente no debería ser considerada como noticia. La UNESCO interpreta el término “noticias falsas” como un oxímoron; esto es, en la retórica, una combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, como por ejemplo, hablar de un “silencio atronador”.

Distintos actores vinculados a los procesos electorales reiteradamente utilizan la expresión “noticias falsas” con intención de socavar la credibilidad de candidatos, órganos electorales, medios, periodistas, analistas o líderes de opinión, afectando así la institucionalidad democrática en general y al proceso electoral en particular.

La UNESCO ha desglosado la idea que encierra el concepto “noticias falsas” a través de tres categorías clave: desinformación, información errónea e información maliciosa.

-La desinformación es información falsa, inventada, creada de manera intencional con intención de dañar a una persona, grupo social, organización o país.

-La información errónea es información que es falsa, pero que no se creó con la intención de causar daño. Puede crear problemas, pero de una manera involuntaria.

-La información maliciosa es información basada en hechos reales, podría ser contenido real, pero que es utilizada con la intención de causar daño a una persona, grupo social, organización o país.

María Fernanda Madriz, investigadora y docente en el Instituto de Investigaciones de la Comunicación (Ininco) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), nos dibujó en entrevista con el OEV una estrategia que permite ir diferenciando unos contenidos, sin intención de daño, de otros, con propósito deliberado de afectar: la colocación de esas informaciones sobre dos ejes. Un primer eje que las acerca o las aleja de la realidad, de lo fáctico; y un segundo eje que las acerca o las aleja de la intencionalidad de producir daño a terceros.

Video del OEV

Al final del día, la generación deliberada de daño a actores electorales como los órganos electorales, los candidatos o los periodistas termina lesionando la democracia, porque distorsiona los marcos de comprensión que la gente se forma sobre su presente social de referencia.

En línea pulula el fenómeno: sus cinco actores

WhatsApp, por donde Sofía recibió la cadena con las supuestas declaraciones de Tony Blair, es un hervidero de verdades con mentiras. El 68% de los venezolanos dice que tiene y usa esta plataforma de mensajería, según una encuesta de Consultores 21 con campo nacional en marzo de 2022. Lo emplean las mujeres y los hombres, los jóvenes y los ancianos, los de sectores populares y la clase media. Y no solo para comunicarse: en 2022, 33 % de la muestra creía que WhatsApp servía para estar informado de lo que pasa; una tendencia 14 puntos al alza en relación con otro estudio previo de 2020.

Los rumores, las medias verdades y los contenidos falseados han existido desde siempre. La diferencia con la coyuntura actual radica en el potencial multiplicador que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TIC). El avance indetenible y transformador del entorno digital y de la mensajería masiva han significado un quiebre histórico sin precedentes.

¿Cómo era el modelo en la era predigital? La comunicación masiva solía ser más vertical y unidireccional: un emisor tenía la posibilidad de llegar a muchos con su mensaje, pero esos muchos carecían de canales efectivos de retroalimentación. Hablamos del modelo clásico desarrollado por la prensa escrita, la radio y la televisión, en ese orden de aparición, con alcances, aunque muy grandes, siempre limitados. Una comunicación de pocos a muchos.

¿Y cómo es el modelo en esta era digital? La comunicación se volvió más horizontal y multidireccional: usuarios que por apropiación social convierten las plataformas tecnológicas en redes de comunicación social pueden empoderarse como emisores y receptores, como productores y consumidores de contenido en simultáneo, con un ciclo de retroalimentación permanente, inmediato y de alcance realmente global, prácticamente ilimitado. Una comunicación de muchos a muchos.

Aunque, a decir verdad, el esquema resultante en lo comunicativo es, al final del día, un híbrido en el cual coexisten en mayor o menor medida ambos modelos, según la realidad particular de cada país.

María Fernanda Madriz, investigadora y docente en el Instituto de Investigaciones de la Comunicación (Ininco) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), nos ratifica en esta parte de su entrevista para el Aula Electoral OEV que la desinformación no surge con las redes sociales, y que lo que hace que ahora esto sea distinto es, por un lado, la amplificación globalizada de estas técnicas y, por otra parte, que ahora todos somos prosumidores (productores y consumidores de contenido).

Video del OEV

Un primer resultado de este ecosistema actual es la dificultad que encuentran los ciudadanos para discernir lo verdadero de lo falso a lo largo de los ciclos electorales. La propagación de desinformación, información errónea e información maliciosa se torna, entonces, en un asunto serio, de preocupación general, que amerita respuestas, medidas y soluciones.

En la caracterización del fenómeno, la Comisión sobre Banda Ancha para el Desarrollo Sostenible (una asociación público-privada cofundada por la UNESCO y la Unión Internacional de Telecomunicaciones) ubica agentes, mensajes, intérpretes, instigadores e intermediarios:

-Los agentes son los actores que crean, producen y distribuyen contenido falso y engañoso.

-Los mensajes son los contenidos que se difunde.

-Los intérpretes son los receptores de los contenidos y atiende a cómo ellos se ven afectados por esos contenidos.

-Los instigadores son actores que están en el origen de la creación y distribución de desinformación o información maliciosa y que con frecuencia invierten recursos para crear y distribuir esos contenidos.

-Los intermediarios están al servicio de los instigadores y distribuyen, operacionalizan e incluso fabrican esos contenidos.

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La (des)información en tiempos de procesos electorales

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2.

¿La culpa es del algoritmo?

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