3. Las huellas dactilares en el proceso de votación

El método de votación venezolano se fortaleció con la entrada del Sistema de Autenticación Integral (SAI), última fase de la automatización, que permite al elector activar la máquina con su impresión dactilar, lo cual representa una garantía más para la integridad del voto, destaca el CNE en una publicación sobre tecnología electoral en Venezuela.

Las huellas dactilares no son más que el resultado de grasa que exuda la piel. Al leerlas, ninguna máquina es perfecta. El lector de huellas se puede equivocar o puede estar sucio. O el elector, el día de la votación, pudo haberse quemado, o tener un yeso. O por avanzada edad, que hace que la huella se vaya borrando. En esos casos, existen procedimientos (que veremos en este apartado) para que el presidente de la mesa active la máquina, procedimientos que no pueden hacerse de manera arbitraria.

En este punto explicaremos los controles que existen para evitar que un elector que no tenga sus huellas almacenadas en la máquina de una mesa electoral pueda votar en esa mesa.

3.1. El banco de huellas

Las bases de datos de impresiones dactilares contienen por lo menos los dos pulgares y los dos índices de cada elector. Ese registro ha sido construido a lo largo de los años y alimentado no solo cuando estampamos nuestra huella en los centros de inscripción y actualización del Registro Electoral, sino también con información del estatal Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime): así, cuando diligenciamos nuestra cédula de identidad, esa información de lo que se conoce como el archivo de cedulados también se carga al Registro Electoral.

El CNE siempre está actualizando ese banco de huellas, y su calidad y nitidez ha ido mejorando con el paso del tiempo.

También las huellas son auditadas no solo antes de una votación sino de manera periódica durante todos los años, así no haya elecciones.

Así se han corregido algunas anomalías menores.

La más repetida quizás sea la de extranjeros nacionalizados que puedan tener huellas en dos mesas electorales. ¿Por qué ha pasado esto? Pongamos por ejemplo que esa persona se registró como extranjero hace 20 años y ahora se nacionalizó y tiene derecho al voto como venezolano. El técnico Rivas dimensiona estos casos en uno por cada 100.000.

Se entiende por homónimos todos los registros que compartan igualdad en nombres, apellidos y fecha de nacimiento simultáneamente. Luego de un análisis realizado al RE de enero de 2022 por la asociación civil Súmate, se encontraron 13.304 registros bajo esta condición, lo que representa un 0,06 % del total de electores. El 60 % de los casos de homónimos estaban asociados a ciudadanos que habían adquirido la nacionalidad venezolana, pasaron de tener cédula de extranjeros a cédula de venezolano y su inscripción como extranjero no había sido excluida del RE. Los casos de homónimos, concluye Súmate, se encuentran dentro de un rango de error estadísticamente aceptable para este tipo de bases de datos.

Como ya dijimos en esta clase, la máquina de votación tiene cargados en su interior únicamente los datos de los electores que previamente fueron asignados a esa mesa electoral. Es técnicamente imposible que un elector venezolano pueda ir de manera arbitraria a querer votar en cualquier mesa en la cual no esté registrado.

3.2. «Match», «no-match»… cinco posibilidades

Pongamos el caso de un elector que pone su pulgar derecho en el captahuella, y este hace “no-match” o, dicho de otro modo, arroja que no hay coincidencia de esa impresión dactilar con la base de datos de huellas almacenadas en la memoria de la máquina. Pone entonces su índice derecho, y tampoco la reconoce… ¿qué sucede?

Como una manera de evitar la usurpación de identidad, el sistema automatizado de votación venezolano no deja que alguien con “no-match” vote si antes han votado muy pocos “match”, o como llamamos los casos de coincidencia favorable, es decir, que han votado normalmente.

Como dato de contexto, diremos que el software que hace esto es de origen lituano y ostenta altos estándares de reconocimiento mundial.

Para la elección regional y municipal de 2021, por ejemplo, se determinó que tenían que pasar ocho electores con huellas efectivamente comparadas (en términos técnicos, ocho “match”), para que se permitiera pasar un “no-match”, o lo que es lo mismo, un elector que legítimamente sí vota en esa mesa pero que por alguna razón no ha sido reconocida su huella por el equipo biométrico. Este elector “no-match” debe esperar en la mesa que pasen esos otros ocho electores cuyas huellas sí hayan sido reconocidas.

Existe, sin embargo, una manera excepcional para que esta persona vote: hay una clave que solo tiene el presidente de la mesa y que puede introducir una sola vez en el captahuellas durante toda la jornada electoral para permitir que un elector “no-match” vote. Una y no más.

¿Qué pasa entonces ante el segundo caso de “no-match”? El presidente de mesa tendría que comunicarse con el CNE en Caracas para que lo autoricen. Existe un protocolo de confirmación previo al envío de esa segunda clave.

Hemos hablado hasta ahora de “match” y de “no-match”.

Una tercera variante son las huellas calificadas como de mala calidad. La ocurrencia de mala calidad es tratada exactamente igual que un «no-match». En otras palabras, se permite a un «mala malidad» votar sólo después de que han pasado a votar seguidos ocho «match». De igual manera que con «no-match», el presidente de la mesa puede autorizar mediante su clave personal votar a un solo elector con mala calidad.

Una cuarta posibilidad es que la huella no exista. Un porcentaje minoritario de los electores (3 % al 2021, según datos de Cañas) no tenían huella por alguna razón, sobre todo, porque la que disponen en la base de datos es de muy mala calidad. En ese caso, el elector puede empadronar sus huellas dactilares y pasar a votar siempre y cuando hayan pasado determinado número de “match” antes. En el caso de que la huella no exista, si no han pasado el mínimo de electores «match», el presidente de la mesa puede autorizar una sola vez mediante el uso de su clave. Pero si este elector intentara volver a votar, no podrá. De inmediato, la memoria de la máquina almacena sus huellas y las incorpora a las comparaciones.

Cerraremos esta explicación de posibilidades con una quinta: una persona sin manos. En ese caso, el presidente de la mesa utiliza su clave de uso único durante todo el día, y lo autoriza a votar, pero al mismo presidente de la mesa le corresponderá pone su huella dactilar en el captahuellas.

Con base en lo anterior, alguien se podría preguntar: ¿Alguien puede entonces usurpar la identidad de algún elector de una mesa y votar haciéndose pasar por él, aunque la huella haga un “no-match”? Dos consideraciones:

1) Para lograrlo, esa persona necesitaría, obligatoriamente, la complicidad de todos los miembros de mesa y de todos los testigos presentes de los partidos políticos para lograrlo, cosa imposible cuando convergen ciudadanos y testigos de diversas tendencias políticas.

2) Bajo esa absoluta complicidad del resto de los actores, lo podría hacer en un número muy limitado de veces en la máquina. El captahuella ha ayudado de manera importantísima a minimizar estos riesgos.

Insistimos: la presencia de miembros de mesa imparciales y de testigos de todos los partidos políticos es fundamental para garantizar el correcto y normal desenvolvimiento de la mesa.

¿Qué pasaba cuando no había captahuellas integrado a la máquina? Antes del año 2012, al final del día alguien podía aprovechar un descuido de los testigos de la tendencia contraria o de los miembros de mesa y el riesgo de votos fraudulentos podía ser mayor. Recordemos que desde la elección presidencial de octubre de 2012 el captahuellas ingresó a la mesa de votación y se conectó como un terminal de la máquina. Antes estuvo como un centro de información al elector, genérico para todas las mesas electorales de un centro de votación.

Una ventaja de este sistema biométrico es que minimiza o limita fuertemente la posibilidad de generar votos fraudulentos. Sobre las especulaciones y dudas acerca de este dispositivo, los técnicos coinciden: el captahuellas es como el ratón de la computadora; por sí solo es bruto. Solo manda información a la máquina.

Una recomendación técnica que se puede hacer al CNE es la de seguir agregando al proceso una auditoría de duplicidad de huellas posterior al acto electoral, con el fin de identificar posibles irregularidades y hallarles correctivos. Nos referimos a una auditoría compleja, sí, pero que permite revisar cuánta gente votó más de una vez.

En realidad, según Cañas, esto viene sucediendo en todas las elecciones en las que ha participado la oposición democrática a partir de la elección de la Asamblea Nacional del 2015. En cuanto a la calidad de reconocimiento del Sistema de Autenticación Integrado (SAI), gracias a las auditorías se ha podido comprobar que cerca del 99 % de las huellas pertenecen de manera definitiva a los electores del Registro Electoral y, el resto, al tener huellas almacenadas o huellas presentadas de muy mala calidad, no han podido ser identificadas. En cuanto al voto doble, las auditorías han determinado que un pequeño número de casos, de unos cuantos votos entre millones de electores, lo logran hacer votando en diferentes máquinas, dice el técnico.

2.

El funcionamiento de la máquina de votación

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4.

La transmisión de resultados

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